martes, 2 de octubre de 2018

LA HUELGA DE PIERNAS Y BRAZOS CAÍDOS (M.Bruque)


Viendo los tiempos en los que vivimos, cómo se van dando las cosas y cómo las vienen planteando los políticos, uno siente ganas de unirse al movimiento de pasar de todo, y no prestar atención a nada, ya que estamos viendo que luego hacen lo que quieren y, encima tienen la cara dura de decir que el pueblo se lo ha pedido y, en su nombre, se dedican a vivir del cuento y a sacar el jugo al resto de la sociedad, sin darse cuenta que a ellos se les pide el servicio de ser los que dirijan a la sociedad entera y los que ayuden a que se mueva todo, para que el resto de miembros de la sociedad realice su función sin problemas, pero cuando esto no se entiende así, se convierten en el peor de los obstáculos para el funcionamiento del cuerpo social.

            Estaba intentando comparar la realidad social con en funcionamiento del cuerpo humano e imaginaba que:

 

Un día la mano izquierda le dice a la derecha: mira, nosotras trabajamos todos los días, mientras el estómago no hace otra cosa que exigir y tragarse todo lo que nosotras conseguimos.

Las piernas que lo oyeron dijeron lo mismo y respondieron: Atenéis razón  manos, nosotras también estamos cansadas de tener que transportar el cuerpo a todas partes y ese estómago ahí sentado esperando siempre a que se lo traigan todo sin hacer nada para conseguirlo@

Entonces la mano izquierda gritó: A(hagamos una huelga!, no le consigamos ya más comida al estómago, que se las arregle él como pueda@. La mano derecha hizo un convenio con la izquierda y se unió a la huelga, también la secundaron las piernas diciendo que no estaban dispuestas a moverse para pasear a nadie, ni conseguir alimentos para otro.

Se reunieron con el resto del cuerpo para hacer un convenio y cada uno expuso sus opiniones, sus disgustos y sus desacuerdos. Como el estómago era el que se sentía atacado, estuvo callado todo el rato, hasta que le pidieron que hablara: AMirad, yo respeto y comprendo vuestra opinión, pero quiero que sepáis que cada uno hace su trabajo, que es necesario para los demás y sin él no puede marchar el cuerpo.

La misma opinión tenían el corazón, el hígado, los riñones, el bazo, el páncreas... pero los brazos y las piernas se enfurecieron al oírlos y comenzaron a insultarlos a todos llamándoles fachas, oligarcas, demagogos y toda clase de insultos. Empezaron a silbarles,  abuchearles, llamarles vagos, explotadores y dictadores... acusándolos de que los tenían a todos sometidos.

Los brazos se levantaron y le gritaron al estómago: A(( Cállate de una vez !!, no tienes derecho a hablar, pues no has hecho otra cosa que explotar al cuerpo exigiéndonos a todos que te alimentemos apropiándote de todo lo mejor que tenemos, pero ya se te ha acabado el cuento, desde hoy te las tendrás que arreglar tú solo para sobrevivir@

Las piernas aplaudieron eufóricas los reproches de los brazos y gritaron: Atampoco nosotras estamos dispuestas a pasear a este vago sinvergüenza y explotador y a toda la partida de Achupones@, que tiene a su alrededor; también nosotras tenemos derecho a descansar y a disfrutar@.

Y empezó la huelga de piernas y brazos caídos. El día primero todo fue euforia y desahogo de rabia contenida; al segundo día ya se levantaron con menos ganas de dar voces. Al tercer día las piernas empezaron a decir que se sentían muy débiles y que no podían ni levantarse y al cuarto día el cuerpo entero estaba a punto de desfallecer.

Al cuarto día el estómago volvió a hablar: Amirad, yo ya perdí el apetito, si no queréis darme comida moriré tranquilo, pero vosotros moriréis conmigo; si me alimentáis y dejáis que yo haga mi trabajo la fuerza volverá a vosotros@.

Entonces la mano derecha contestó: Avamos a ver si es verdad lo que dices@; cogió un vaso de leche, se lo dio al estómago y éste empezó a trabajar, al poco rato las piernas sintieron que empezaban a recuperar fuerza y lo mismo los brazos y el resto del organismo.

Le dieron una buena comida y todo el organismo se reanimó y comprendieron que cada miembro hace una función insustituible y nadie es más importante que nadie, pues todos son lo que son, gracias al esfuerzo de los demás.

 
Por eso, el daño de uno repercute en todos y el beneficio de uno también beneficia todos. La sociedad, como la familia, como la empresa, como la iglesia y como cualquier organismo humano se fundamenta en la responsabilidad de cada miembro en benefico del resto y, cuando todos funcionan así, todos salen beneficiados. Lo peor que nos puede ocurrir es cuando cada uno quiere convertirse en el centro de todo y exige que todos funcionen en beneficio de él, ahí se viene todo abajo.

EL VALLE DEL EDÉN -Melitón Bruque-


Es un tema muy trillado que a cada momento vamos comentando, que todos vemos y estamos de acuerdo y que nadie quiere cogerlo y enfrentarlo hasta que no nos quede más remedio porque la realidad se imponga; es lo que nos ocurre con todo: vamos dejando pasar las cosas de cada día hasta que la vida se nos impone y hay que hacer las cosas a la fuerza porque ya no queda más alternativa.

            La imagen que describo es real y puede observarse porque existe y cuando hemos conocido el proceso que describo, no puedes evitar el referirlo a otra realidad vital que es la educación de los niños y de los jóvenes en la que todos estamos de acuerdo que nos hemos equivocado, que el camino que cogimos no nos lleva a ningún sitio, pero nadie nos atrevemos a coger el toro por los cuernos y torearlo como es debido.

 

Allá abajo en el valle crecían árboles frutales y ornamentales preciosos que se hacían gigantescos, donde los pájaros anidaban y las flores los acompañaban al susurro del río de aguas cristalinas que recorría todo el valle, era como una eterna fiesta donde, incluso, se colocaron merenderos para que la gente fuese a descansar en los días de vacaciones.

Era un lugar precioso que había sido inscrito, incluso, en los folletos de turismo de la zona, por la gran cantidad de árboles de todo tipo que crecían a la orilla de las aguas del río.

Más arriba, en lo alto de la montaña, había unos pinos que se erguían sobre las rocas hasta el punto que, cuando la gente que iba a descansar a la sombra de los árboles del valle, cuando miraba hacia arriba, no podía menos que quedarse maravillada de ver cómo podrían subsistir aquellos pinos en lo alto de las rocas sin agua, sin tierra y expuestos siempre a la sequía del verano al frío del invierno y a todas las tormentas e inclemencias del tiempo.

No pasó mucho tiempo y el plan energético del gobierno determinó hacer una presa unos kilómetros más arriba para recoger aquella agua junto con la de otros riachuelos y conducirla hacia una central hidroeléctrica.

En pocos meses desapareció toda la belleza del valle y los grandes árboles dejaron de dar sombra y de cobijar pájaros para convertirse en un desierto y en un lugar inhóspito y horroroso.

En cambio, los pinos de las rocas siguieron inmutables, oxigenando el ambiente, ofreciendo sus piñones a alguna ardilla que se le acercaba y el cobijo a algunos pájaros que fueron a hacer sus nidos en ellos, pues en sus ramas había seguridad y el aire más puro que se podía respirar.

Cuando pasaban por allí los que antes habían conocido la belleza del valle, se lamentaban recordando su belleza y seguían admirándose de ver cómo los pinos seguían siendo cada vez más fuertes y frondosos y es que los pinos aprendieron a subsistir en la dificultad y, en lugar de presumir de belleza y frondosidad, fueron poco a poco  metiendo sus raíces por las rajas de las rocas hasta encontrar la tierra y profundizar en ella hasta encontrar humedad con la que vivir, los árboles del valle, en cambio, lo tenían todo servido en bandeja, todo estaba a flor de piel y no tenían que preocuparse de nada, pues lo tenían todo en sus manos; en cuanto les faltó el agua que los alimentaba, se secaron y murieron; nunca se les había ocurrido profundizar para encontrar el sustento, ni veían necesario hacer algún sacrificio para sufrir o enfrentarse al revés de una pequeña sequía o alguna tormenta.

           
Y es que no nos queremos convencer que vivir superficialmente y no cultivar el interior de la persona, le lleva a vivir siempre al viento que mejor sopla y, cuando ya no tiene referente, la persona cae en el hundimiento total pues no tiene dónde agarrarse y, sobre todo se siente incapaz de construirse algo por sí misma. Siempre ha de ser dependiente de los demás.

EL ABURRIMIENTO MATA


    (autor desconocido)

 

Todo el mundo vivimos con una especie de insatisfacción que nos impide gozar de la vida y de aquello que tenemos y hacemos, pues nunca estamos contentos ni con lo que tenemos ni con lo que hacemos y andamos soñando con situaciones idílicas que ni existen ni hay posibilidad de que existan, porque la realidad no es más que una y es en ella donde vivimos y sabemos que es muy difícil darle la vuelta para que cambie. A veces necesitamos que algo o alguien nos dé un golpe para que nos despertemos y pongamos los pies en la tierra. Algo parecido a lo que nos cuenta esta pequeña historia que anda por ahí en las redes:

 

Un campesino, cansado de la rutina del campo y del trabajo duro que supone estar pendiente de él todos los días, decidió vender su finca y marcharse a cambiar de aires. Él no tenía idea de cómo darle publicidad a su terreno para que hubiera alguien que se interesara, entonces se lo comentó a su vecino que era un hombre que escribía mucho y era un buen poeta Como sabía que su vecino era un buen poeta y escribía libros, le pidió que pusiera un anuncio en las redes por si alguien se animaba a comprarle su campo.

El poeta, un poco entristecido viendo la actitud de su vecino, accedió a poner un anuncio por Facebook en el que decía lo siguiente: “Vendo una huerta que es un pedacito de cielo, llena de flores y de verdes prados, con árboles hermosos llenos de los mejores frutos, cruzada por un río un río con aguas puras y cristalinas como jamás usted habrá podido beber en su vida.

El poeta se marchó al extranjero y, a los dos años, cuando volvió, esperaba encontrarse con otro vecino y, cuál fue su sorpresa al encontrarse con el vecino de siempre que entusiasmado y feliz vivía trabajando en su finca.

Maravillado por el cambio le preguntó: Pero vecino, ¿Qué pasó? ¡Yo esperaba que hubiera vendido su finca y que estuviera no se sabe dónde!

A lo que el vecino contestó: No, amigo mío, ¡gracias por lo que escribió!; después que yo leí el reclamo que usted puso en el Facebook para vender mi finca, me puse a pensar y vi que llevaba toda la razón y me dije: ¿dónde voy a encontrar yo algo tan hermoso y lindo como lo que tengo? Me di cuenta que estaba viviendo en el lugar más maravilloso de la tierra y que no podría encontrar otro igual.

 

Y la verdad es esta: muchas veces necesitamos que alguien de fuera venga a decirnos la maravilla que tenemos en nuestras manos y que estamos desperdiciando y dejándola que muera, cosa por la que muchos darían su vida por conseguirla, mientras nosotros nos morimos de aburrimiento, como pobres ciegos e ignorantes al no saber valorar lo que tenemos, hasta el punto que llega a cumplirse el refrán que nos dice que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

Esta lección nos puede valer para que la apliquemos a nuestra familia, a nuestro matrimonio, a nuestro trabajo, a nuestros amigos… vamos dejando que muera por dejadez y aburrimiento algo que es de un valor incalculable y de una belleza única que a veces se nos ha dado y no valoramos mientras que si tuviéramos que construirlo veríamos que es imposible hacerlo.

Pensándolo despacio, creo que todos tenemos muchas cosas que deberíamos valorar más y darle gracias a Dios como puede ser la salud, la vida, la esperanza para seguir luchando… No debemos venirnos abajo porque no tengamos la perfección, a eso no vamos a llegar nunca, pues no nacimos para ser perfectos, sino para ser felices y para ello tenemos todos lo mejor que necesitamos para serlo.
Debemos levantarnos cada día dispuestos a ser mejores, dispuestos a hacer que alguien se siente feliz porque se ha cruzado con nosotros. Es de un valor enorme sentirse bien y disfrutando con lo que hacemos, procurando que salga lo mejor que puedas y, si algo te sale mal, utiliza el fallo como experiencia para perfeccionarte; de la misma manera, la vida ha de tener problemas y estos nos tienen que servir para fortalecer nuestra voluntad y hacernos más humanos, pues cuando los sufrimos eso nos ayuda a comprender a la gente, máxime cuando fracasamos, pues eso nos hace bajar los humos y nos hace más humildes y nos capacita para entender a los demás.

lunes, 23 de enero de 2017

EL VERDADERO MAESTRO


        

            Cada vez que me encuentro con los padres de los niños de la catequesis, con los que nos hemos propuesto hacer un proyecto de acompañamiento a los niños,  en su educación en la fe y hemos comenzado por afianzar los valores humanos para poder fundamentar sobre ellos otros valores espirituales, morales…

            Cuando les pregunto cómo les va, siempre obtengo la misma respuesta:  “¡¡Bueeeno, ahí vamos!!”

            Todos coinciden en una cosa: es durísimo el poder mantenerse firmes en la verdad, pues siempre hay algo que les hace claudicar: el cansancio, la presión externa, el mismo corazón, que a veces se quiere imponer sobre la razón…

             Y es que el arte de educar no es cuestión de métodos, sino de equilibrio entre razón y corazón, entre mente y capacidad de expresar lo que se piensa y lo que se siente. 

            Hay por ahí una historia que se la atribuyen a Confucio que se cree que vivió entre el 551 y 479 a.C. y en una de sus obras llamada"Conversaciones familiares", existe un interesante diálogo en torno al aprendizaje:

 

            Cuenta que Confucio, se sentó a descansar y sus discípulos lo rodearon para preguntarle: 

-Maestro, ¿Cómo se las arregla para explicar tan claro y hacer tan sencillo todo lo que siente? Debería ir al emperador y hablarle a ver si él entiende ya de una vez 

-El emperador también hace bellos discursos –dijo Confucio- eso es cuestión de técnica, pero la virtud no consiste en una ténica de expresión.           

            -Pues entonces, envíele su libro de poemas… 

-Esos tres cientos poemas de mi libro se pueden resumir en una sola frase:”Piensa correctamente”, ahí está todo el secreto. 

            -¿Y qué es pensar correctamente? 

-Es utilizar correctamente la mente y el corazón, la disciplina y la emoción. Cuando se desea una cosa, la vida nos guia hacia ella, muchas veces por caminos insospechados. Otras veces nos dejamos confundir, porque esos caminos nos sorprenden y, entonces, creemos que vamos por dirección equivocada; por eso yo dije: déjate llevar por la fuerza de la emoción, pero no pierdas la disciplina de seguir adelante. 

            --)Y usted hace eso?           

-A los quince años, comencé a aprender. A los treinta, pasé a tener la certeza delo que deseaba. A los cuarenta, las dudas retornaron. A los cincuenta años,

descubrí que el Cielo tiene un proyecto para mí y para cada hombre sobre la fazde la Tierra. A los sesenta, comprendí este proyecto y encontré la tranquilidadpara seguirlo. Ahora, a los setenta años, puedo escuchar mi corazón sin que él mehaga salir del camino. 

-Entonces, )qué es lo que le hace diferente de los otros hombres que tambiénaceptan la voluntad del Cielo? 

-Yo procuro dividirla con vosotros. Y quien consigue discutir una verdad antigua

con una generación nueva, debe usar su capacidad de enseñar. Esta es mi únicacualidad: ser un buen profesor. 

            -)Qué es un buen profesor? 

-El que examina todo lo que enseña. Las ideas antiguas no pueden esclavizar alhombre porque ellas se adaptan y adquieren nuevas formas. Entonces, tomemosla riqueza filosófica del pasado sin olvidar los desafíos que el mundo presente nospropone. 

            -Entonces, )Qué es un buen alumno? 

-Aquel que escucha lo que yo le digo, pero adapta mis enseñanzas a su vida y

nunca las sigue al pié de la letra. Aquel que no busca un empleo, sino un trabajoque lo dignifica. Aquel que no busca ser notado, sino hacer algo notable,  

          Pero al hilo de lo que nos cuenta, alguien que es considerado un maestro en el arte de enseñar, nos encontramos a quien es la fuente de la enseñanza y de la virtud: JESÚS. Él no presenta al pueblo un método para dominar los instintos y establecer una disciplina corporal, sino que invita a ser felices con algo que esencial a todos: EL AMOR, algo que todos buscamos, algo con lo que todos nos expresamos y deseamos se nos acoja.

            Jesús tiene en común con Confucio la teoría, pero le aventaja en otra cosa mucho más valiosa: la práctica: su vida se convierte en la mejor explicación de todo lo que dice, de tal forma que cuando queda alguna duda, basta mirarlo y todo queda aclarado.

            Fue lo que le ocurrió con el pueblo: había muchas cosas que sonaban fuertes, otras que no entendían, pero cuando lo veían cómo las vivía, entendían todo y le encontraban pleno sentido.

            Y es que no basta con saber mucho, con tener todas las técnicas; hay que correr el riesgo de vivir y transmitir lo que se vive antes que lo que se sabe. El resto ya impota poco, pues cuando habla el interior, el resto queda iluminado. Esto lo decía Jesús de otra manera:

 

Nadie enciende una lámpara para esconderla o taparla con un cajón, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la claridad.

Tu ojo es la lámpara de tu cuerpo. Si tu ojo recibe la luz, toda tu persona tendrá luz; pero si tu ojo está oscurecido, toda tu persona estará en oscuridad. Procura, pues, que la luz que hay dentro de ti no se vuelva oscuridad. Si toda tu persona se abre a la luz y no queda en ella ninguna parte oscura, llegará a ser radiante como bajo los destellos de la lámpara.”(Lc 11,33-36)

SIGNOS SIN SENTIDO


    Melitón Bruque

 

No hay cosa peor que mantener una cosa sin saber el sentido que tiene ni el porqué de su existencia ni para qué sirve; es algo así como aquel que tiene la manía de ir recogiendo cosas y guardándolas, por si en algún momento puede necesitar de algo y, cuando quiere acordar,  su casa es un mercadillo donde  no cabe un alfiler y no sabe para qué lo quiere ni para qué sirve nada de lo que allí se amontona.

En esa onda nos encontramos a veces con cosas que se mantienen en la vida sin saber por qué ni para qué, pero que están ahí y que en ciertos momentos son un engorro inútil que nos impide hacer otras cosas importantes.

            Estoy pensando en aquella señora que era amante de los animales y de los niños con problemas, ¡Una gran persona!!

            Esta mujer tenía verdadera pasión por los animales; vivía en una casa con un gran huerto y unas hectáreas de terreno baldío en donde podía tener todos los animales que quería y donde, con frecuencia, se veían niños jugando.

La señora tenía un perro dálmata bellísimo, un animal que atraía la atención cada vez que salía con él a darle un paseo.

            Entre las amigas, con las que se encontraba a diario paseando sus perros, empezaron a hablar proyectando hacer una fundación para ayudar a niños desprotegidos y quedaron de acuerdo, poniendo cada una parte de su capital en dicha fundación que llegó a consolidarse y hacer un bien enorme.

Con el tiempo, la fundación se convirtió en una congregación con sus estatutos aprobados por Roma y extendida en todo el mundo.

            En cada casa que se fundaba lo primero que se instalaba era un perro dálmata, era como el signo identificativo de la congregación, de manera que empezaron a hacerse estudios dentro de la congregación sobre el significado y la importancia de la presencia del perro, que en la gran mayoría de casas era un verdadero engorro, pues muchas de ellas no poseían las condiciones que gozaba la de la gran señora fundadora, sino que eran pisos pequeñitos en los que había que preparar una habitación exclusivamente para el perro, de forma que lo que en su inicio no fue más que un pequeño capricho sin importancia alguna de una persona, llegó a convertirse en un signo casi sagrado de una congregación, hasta el punto que, cuando en alguna casa se le ocurrió a la comunidad que la habitaba prescindir del perro, se la acusó de haber perdido el espíritu y el carisma de la congregación.

 

 
            Efectivamente, esto es una caricatura, una exageración y una estupidez… pero no está tan lejos de muchas posturas que se mantienen con cosas secundarias y ridículas y que llegan a hacerse más relevantes que aquello que es fundamental en la vida y en una institución.

jueves, 17 de diciembre de 2015

SEMBRAR SOLEDADES -Meliton Bruque-



Hoy me encontré con un amigo y lo vi que se alegró mucho de verme, más de lo acostumbrado, hasta el punto que me sorprendió bastante y quise rascar un poco en su corazón para que me dijera qué le ocurría; no tuve que insistir mucho y rápidamente abrió su alma para contarme sus pesares: “Murió Leli, como sabes, y ya nada es igual; quisiera cerrar los ojos y amanecer al final del mes de enero; me siento fuera de tiempo, fuera de contexto y fuera completamente de la vida que vivimos; no soporto la mentira en la que nos están obligando a vivir, la prisa con la que vivimos, la indiferencia en la que nos hemos instalado… Leli era para mí mis pies, mis manos, mi vida, mi horizonte; no entendía la vida sin ella y me he quedado completamente desconcertado, como quien llega a un sitio donde no conoce a nadie y te encuentras sin casa, sin dinero y sin tener a qué echar mano. ¿Cómo quieres que esté con alegría en esta navidad?

         Es muy posible que haya entre los que nos escuchan alguien que se encuentre así, que haya llegado a esta situación, pero también es posible que haya muchos otros que vienen andando en un camino que les puede abocar a este mismo sitio y es muy bueno que nos detengamos a examinar nuestra postura, ya que con frecuencia esperamos que nos lo den todo hecho y no nos damos cuenta que cada uno debemos ser constructores de alegría, de felicidad para todo el que nos rodee y de forma especial para aquellos que tenemos más cercanos.

         Invito para nuestra tertulia a escuchar tranquilamente lo que un escritor genial,  Khalil Gibran, en un libro precioso que tiene titulado “El Profeta” en el que le cuenta a sus vecinos sus ideas sobre el matrimonio:

 

         “Vosotros nacisteis juntos, y juntos estaréis también cuando las alas blancas de la muerte pongan fin a vuestros días, pues continuaréis unidos en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacio entre los dos. Que pueda el cielo pasar entre vuestros cuerpos. Amad, pero no transforméis el amor en una atadura. Que el uno llene el cuerpo del otro, pero jamás bebáis los dos del mismo vaso. Cantad y danzad, estad alegres, pero que cada uno mantenga su independencia: las cuerdas de un laúd están solas, aunque vibren todas con la misma música. Entregad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo posea, pues sólo la mano de la vida puede contener corazones enteros. Permaneced unidos, pero no muy juntos, pues los pilares de un templo están separados. El roble no crece a la sombra del ciprés, ni el ciprés puede crecer a la sombra del roble”.

        
Ciertamente, cuando llegan momentos como éste que se nos avecina, nos puede invadir de forma concentrada, toda la soledad y el aislamiento en el que nos venimos refugiando en nuestra vida y, en consecuencia, de golpe nos encontramos completamente solos e incapacitados para abrirnos a los demás, incluso a los más cercanos que tenemos, como pueden ser los hijos o los hermanos.

EL SAPO Y EL ROSAL


            Con frecuencia funcionamos a base de prejuicios que nos hacemos,  basados en  algo que alguien vino y nos contó, que a su vez le habían contado, pero sin haber sido contrastado jamás en la realidad… Es el caso que justamente en estos días me acaba de ocurrir con alguien que vino a presentarme su problema por el que atraviesa, ante la crisis que nos amordaza.

            Inmediatamente que se enteraron que le había ayudado, alguien vino para contarme un montón de cosas sobre la familia; yo no quise hacerme ningún juicio previo mientras no lo constatase por mi propio ojo: me fui a la casa y después de ver la situación, sentí ganas de irme a la de la persona informante para decirle que no deseo que la vida le haga pasar por la misma situación…

            Esto que ocurre con tanta frecuencia, y que hace que la vida se vuelva una tragedia, ya que a los problemas que vienen por sí solos, se unen los que se fabrican con nuestros chismes y nuestros prejuicios, es exactamente  lo mismo que, constantemente escucho por todas partes, sobre las riquezas de la iglesia y sobre el fallo que cometió tal o cual cura… cosa que podemos trasladar a cualquier otro estamento de nuestra sociedad: maestro, alcalde, policía, artesano, comerciante… y, cuando queremos acordar, ponemos marcos a las personas que luego resulta imposible quitárselos, pues antes de que nos acerquemos a alguien, ya lo estamos juzgando por el marco que le han puesto, sin valorar todo lo bueno que tiene y todo el bien que está haciendo y las posibilidades que tiene.

            Quizás nos puede ayudar a escenificar el hecho una historia muy bonita que anda por ahí por las redes:

 

            Cuenta que había en un jardín un rosal que era la atracción de todo el que paseaba; sus rosas eran las más hermosas y fotografiadas, pero había algo raro: nadie se acercaba a tocar las rosas ni a olerlas, a pesar de que su fragancia era una maravilla.

            El rosal estaba preocupado y sus rosas empezaron a protestarle y pedirle explicaciones. Una de ellas estuvo observando el gesto de la gente cuando intentaba acercarse y veía que todos miraban al suelo y hacían un gesto de asco y de miedo y se retiraban, se lo contó al rosal y todos se dieron cuenta que a su sombra había un enorme sapo, verdoso, pegajoso y feo que repugnaba a la gente.

            El rosal, con todas sus rosas, se indignaron contra el sapo y lo expulsaron de sus alrededores, pues desdecía de su belleza. El pobre sapo avergonzado se retiró pidiendo perdón por las molestias que les había causado.

            Al poco tiempo, las hojas del rosal empezaron a arrugarse con un purgón que las invadió y se pusieron amarillas. Las rosas, antes que abrieran sus capullos, las hormigas los invadían y se secaban y aquel purgón dejó el rosal hecho una verdadera lástima.

            Un día se le ocurrió al sapo pasar por delante del rosal y se paró para mirarlo en la situación lamentable en la que se encontraba y le preguntó qué era lo que pasaba, a lo que el rosal le contestó: hay unas hormigas que me dejan un líquido en mis hojas y en mis flores que nos seca y nos resulta imposible florecer ni vivir.

            El sapo le contestó: “Claro está, tú no quisiste reconocer el servicio que yo te hacía, pues era yo el que se comía esas hormigas, impidiéndoles que te invadieran, pero tú preferiste hacerme desaparecer de tu presencia para que solo brillara la belleza de tus flores, sin darte cuenta que para mantener esa  belleza, tiene que haber otros que han de aguantar la dureza de la vida”.

 

            Y yo no puedo dejar de pensar en toda esa gente que durante mucho tiempo brilló y alardeó de grandeza a costillas del sudor de los demás y del desprecio, haciendo todo lo posible por retirarlos de su presencia y teniendo por un ultraje el sentirlos a su lado. Cuando estos pobres desaparecieron, se le apagó la luz a estos que se creían astros, cuando en realidad nunca lucieron con luz propia y todos sus honores fueron a costillas del sudor de los demás.